¿Smarphones en la escuela?

El informe de Miriam Rahali, Beeban Kidron y Sonia Livingstone, titulado Smartphone Policies in Schools: What Does the Evidence Say? (Políticas sobre teléfonos inteligentes en las escuelas: ¿qué dicen las pruebas?), examina el impacto del uso de teléfonos inteligentes en las escuelas sobre el rendimiento académico, la salud mental, las relaciones sociales y la seguridad personal de los estudiantes.

Actualidad30 de septiembre de 2024Sergio QuirogaSergio Quiroga
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El informe de Miriam Rahali, Beeban Kidron y Sonia Livingstone, titulado Smartphone Policies in Schools: What Does the Evidence Say? (Políticas sobre teléfonos inteligentes en las escuelas: ¿qué dicen las pruebas?), examina el impacto del uso de teléfonos inteligentes en las escuelas sobre el rendimiento académico, la salud mental, las relaciones sociales y la seguridad personal de los estudiantes. El análisis refleja las crecientes preocupaciones a medida que los teléfonos móviles evolucionan hacia teléfonos inteligentes, se integran cada vez más en la vida de los niños y la necesidad de que los responsables de las políticas desarrollen regulaciones informadas.

El debate sobre la prohibición o restricción del uso de teléfonos inteligentes en las escuelas ha ganado relevancia, especialmente con la guía del gobierno del Reino Unido para 2024 que insta a las instituciones educativas a limitar su uso durante la jornada escolar. La recomendación parte de la preocupación por el impacto negativo que estos dispositivos podrían tener en el aprendizaje y el bienestar de los estudiantes. Sin embargo, investigadores como Miriam Rahali, Beeban Kidron y Sonia Livingstone argumentan que las prohibiciones absolutas pueden ser contraproducentes al no permitir una discusión más matizada sobre los riesgos y beneficios de esta tecnología para los niños.

La evidencia disponible sobre el impacto de los teléfonos en el rendimiento escolar muestra beneficios moderados cuando se restringe su uso, especialmente para estudiantes con mayores dificultades. Algunas escuelas que han implementado estas restricciones han visto mejoras en el rendimiento académico, tal como lo reflejan las evaluaciones de Ofsted en el Reino Unido. Sin embargo, los resultados no son concluyentes, y pocos estudios han profundizado en cómo estas políticas afectan a diferentes grupos de estudiantes según su edad o contexto socioeconómico.

Puntos clave del informe:
La proliferación de teléfonos inteligentes y redes sociales ha suscitado inquietudes sobre sus posibles efectos negativos en el aprendizaje académico, la salud mental y las relaciones sociales. En respuesta, muchas escuelas están considerando o implementando restricciones al acceso a teléfonos inteligentes. El informe destaca la importancia de confiar en la investigación para orientar las políticas destinadas a gestionar la vida digital de los niños.  El debate sobre las restricciones a los teléfonos inteligentes en las escuelas afecta a varios derechos de los niños, entre ellos:

El derecho a una educación de calidad
Seguridad y privacidad
Libertad de expresión y de acción
Libertad de explotación comercial
El derecho a ser escuchado en asuntos que los afectan
La iniciativa Digital Futures for Children (DFC) tiene como objetivo equilibrar estos derechos y, al mismo tiempo, facilitar el diálogo entre investigadores, responsables de políticas y las voces de los niños en el debate.

La revisión encontró que, si bien hay una considerable atención de los medios sobre las políticas escolares sobre teléfonos inteligentes, hay relativamente poca investigación empírica sobre sus efectos, especialmente sobre el rendimiento académico. Los hallazgos clave incluyen que los enfoques de las escuelas sobre las políticas de teléfonos inteligentes difieren, con pocas prohibiciones absolutas. En cambio, muchas adoptan políticas matizadas que permiten ciertos usos de los teléfonos inteligentes. Algunos estudios muestran beneficios para los estudiantes, especialmente para los estudiantes desfavorecidos o de menor rendimiento, cuando se restringe el uso de teléfonos inteligentes. Sin embargo, la evidencia es mixta, sin un consenso claro sobre el mejor enfoque en diferentes contextos. En algunos casos, las escuelas dependen de los teléfonos inteligentes personales de los estudiantes para fines de aprendizaje, lo que muestra beneficios académicos cuando los dispositivos se integran al plan de estudios con el apoyo adecuado del educador.
Muchas actores del proceso educativo se muestran interesados en apoyar cierto nivel de restricción, con políticas flexibles para necesidades médicas u otras excepciones. El objetivo es reducir las distracciones y, al mismo tiempo, permitir usos educativos significativos y respaldados de la tecnología.
El informe incluye estudios de caso del Reino Unido, Singapur y Colombia, cada uno de los cuales muestra diferentes enfoques para equilibrar los riesgos y los beneficios de los teléfonos inteligentes en las escuelas:

Reino Unido: El Departamento de Educación promueve un "entorno sin teléfonos", pero también está implementando iniciativas de tecnología educativa que respaldan el aprendizaje digital a través de dispositivos personales. Las escuelas calificadas como más exitosas suelen tener políticas más estrictas.
Singapur: Fomenta el uso de dispositivos digitales personales en las escuelas para el aprendizaje, pero aplica controles estrictos para evitar el uso indebido. El gobierno garantiza la inclusión digital al subsidiar dispositivos para estudiantes con desventajas económicas.
Colombia: Las escuelas establecen de forma independiente políticas para teléfonos inteligentes, pero las regulaciones nacionales enfatizan el derecho de los estudiantes a acceder a servicios digitales. El equilibrio entre los beneficios y los riesgos educativos es un foco de estas políticas.
Desafíos y críticas metodológicas: La investigación sobre políticas escolares para el uso de teléfonos inteligentes suele enfrentar críticas por inconsistencias en la descripción y evaluación de las políticas y sus efectos. Se requiere que se realicen estudios longitudinales más sólidos o experimentos controlados que puedan ofrecer perspectivas más claras sobre los resultados de los diversos enfoques de políticas.

 El informe recomienda utilizar el término "restricción" en lugar de "prohibición" para reflejar la complejidad y flexibilidad requeridas en la formulación de políticas. Una prohibición total puede simplificar demasiado el tema y pasar por alto los posibles beneficios de los teléfonos inteligentes para el aprendizaje. Concluye con sugerencias basadas en evidencia que se alinean con los principios de los derechos del niño y abogan por: políticas bien pensadas para el uso de teléfonos inteligentes que sean flexibles y específicas para el contexto.
Investigación continua para comprender mejor el impacto de estas políticas y de involucrar a los niños en el proceso de toma de decisiones para respetar su derecho a ser escuchados.

Las políticas que restringen el uso de teléfonos en clase no siempre son prácticas o universales. Un 97% de los niños en el Reino Unido ya poseen un teléfono inteligente a los 12 años, y las escuelas enfrentan desafíos para implementar prohibiciones absolutas, tanto por falta de recursos como por la contradicción que esto plantea frente a la estrategia nacional de EdTech, que promueve el uso de la tecnología para mejorar el aprendizaje.

A nivel global, las restricciones varían, con países en Asia y el norte de África implementando políticas más estrictas en respuesta a la presión pública. Los padres y maestros están preocupados por los efectos de los teléfonos en la concentración, el sueño y las relaciones sociales de los estudiantes. No obstante, los niños también valoran los beneficios del mundo digital y expresan la necesidad de un enfoque equilibrado que les permita estar "desconectados" sin perder la conexión social con sus compañeros.

Un aspecto clave es que, si bien las restricciones parecen apoyar el aprendizaje y reducir distracciones, los teléfonos también pueden tener beneficios educativos si se usan con fines pedagógicos específicos. Es decir, en lugar de prohibirlos, las políticas escolares podrían integrarlos cuidadosamente al currículo, fomentando un uso responsable y dirigido hacia el aprendizaje.

La evidencia aún es limitada, y los estudios actuales no son suficientes para determinar qué enfoque funciona mejor en términos de beneficios académicos y sociales. La clave podría estar en la inclusión de las opiniones de estudiantes, padres y maestros en el desarrollo de políticas, asegurando que las restricciones tengan flexibilidad y consideren las diversas necesidades de los niños, como la salud, la discapacidad o responsabilidades familiares.

Para avanzar, es fundamental seguir recopilando pruebas sobre los efectos de estas políticas, desarrollar un enfoque holístico que integre la alfabetización digital y fomentar el diálogo en la comunidad educativa. Las prohibiciones pueden parecer una solución rápida, pero sin una evaluación cuidadosa y continua, pueden impedir un entendimiento más profundo de cómo los teléfonos inteligentes pueden equilibrar los riesgos y las oportunidades en el contexto educativo.

Si bien existe un creciente interés en restringir el uso de teléfonos inteligentes en las escuelas, la base de evidencia aún está en desarrollo. Limitar el acceso a los teléfonos inteligentes tiene sus ventajas, en particular para los estudiantes desfavorecidos, pero las políticas deben diseñarse con cuidado y ser lo suficientemente flexibles como para respaldar los usos educativos. El informe insta a adoptar un enfoque equilibrado, basado en los derechos de los niños y en la investigación en curso, para garantizar que las políticas sobre teléfonos inteligentes apoyen eficazmente el aprendizaje y protejan el bienestar de los estudiantes.
 

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