El arte joven conquista Buenos Aires con una edición récord

ActualidadHace 3 horas
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Con un balance que superó todas las expectativas, culminó la 11ª edición de BADA (Buenos Aires Arte), la feria dedicada al arte emergente que, durante cinco días de agosto, transformó a la Usina del Arte en el epicultura de la vanguardia artística latinoamericana. La feria no solo confirmó su rol esencial en el mercado del arte joven, sino que batió récords de convocatoria y ventas, demostrando una vitalidad envidiable para el sector.

Bajo la consigna “El futuro es hoy”, la muestra reunió a más de 90 galerías de 15 países, con una presencia fortalecida de espacios de Chile, Perú, México y Brasil, junto a una selección curada de galerías argentinas. El evento funcionó como una radiografía precisa de los lenguajes y preocupaciones de las nuevas generaciones de artistas, donde la exploración de materiales reciclados, la intersección entre arte y tecnología (con una notable presencia de IA), y una fuerte mirada sobre la identidad y la crisis climática coparon las salas.

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Los organizadores reportaron un incremento del 30% en la afluencia de público con respecto al año anterior, superando la barrera de los 50.000 visitantes. Pero más allá de los números, el clima en los pasillos fue de euforia contenida y transactions constantes. Coleccionistas jóvenes, inversores internacionales y un público ávido por descubrir “el próximo grande” se dieron cita en La Usina.

“Estamos ante un cambio de paradigma. El coleccionismo joven perdió el miedo y encontró en BADA un espacio accesible, pero de altísima calidad. Las ventas no solo fueron sólidas en el rango de precios medio-bajo (usd 1.000 a 5.000), sino que también hubo piezas que volaron por encima de los usd 15.000”, comentó Martina López, directora de la feria. La crítica coincidió en señalar a la argentina Sofía Ruiz como una de las revelaciones de la feria. Su instalación “Algoritmos del deseo”, una reflexión sobre el amor en la era digital mediante esculturas de resina y código interactivo, fue adquirida por un museo europeo.

Otra tendencia fuerte fue el retorno a la pintura figurativa, pero con narrativas distópicas y una paleta de colores ácidos. El chileno Benjamín Castro fue uno de los más cotizados en este rubro, agotando toda su serie “Crónicas del derrumbe” el primer día de la feria.

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Más que una feria: un ecosistema cultural

BADA se consolidó como un hub cultural que excedió la mera commercialización. El programa de charlas “BADA Ideas” contó con la participación de curadores internacionales y referentes como la española Marta Gili, y debatió sobre el futuro de las galerías y la sostenibilidad en el arte. Además, las performances site-specific intervinieron el histórico edificio de La Usina, creando diálogos únicos entre el patrimonio industrial y el arte contemporáneo. La edición 2025 de BADA deja una conclusión clara: el arte emergente tiene salud de hierro y Buenos Aires se afirma, más que nunca, como la capital indiscutida para vivirlo y, sobre todo, para comprarlo. La cita ya está agendada: agosto de 2026 promete ser aún más grande.

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