
EL voto del senador nacional Fernando Salino
En la provincia de San Luis, los órganos deliberativos como los consejos municipales, la Cámara de Diputados y el Senado provincial se encuentran, en estos momentos, sin actividad en sesiones ordinarias. Esta situación ocurre mientras se aproximan las elecciones del 11 de mayo de 2025, en las que se renovarán concejales, diputados provinciales y senadores. Sin embargo, lejos de utilizar este período para fortalecer el debate público o responder a las demandas ciudadanas, muchos legisladores han optado por sumergirse de lleno en la campaña electoral, la inauguración de obras y la promoción de nuevas promesas.
Cualquier acto, desde una celebración religiosa hasta la apertura de una institución educativa, es transformado en un escenario proselitista. Este fenómeno puede ser visto como una forma de acercamiento entre representantes y representados, aunque en realidad en una campaña permanente puede agotar a la ciudadanía, no demasiado informada sobre las trece listas que competirán y el nuevo sistema de votación implementado en la provincia de San Luis.. Una ciudadanía que, lejos de ver mejoras concretas en su calidad de vida, enfrenta salarios estancados, alta presión impositiva y una creciente desafección hacia las instituciones.
En particular, la situación del sector educativo es alarmante. Los salarios docentes continúan siendo bajos, los IFDC necesitan mejoras educativas, mayor y mejor formación docente permanente y un plan de transformación y se necesita un sistema de escuelas publicas moderno, igualitario, integrador, incluyente, y de calidad. Pese a la importancia estratégica, el poder legislativo provincial parece no estar dispuesto a abordar de forma seria y sostenida las problemáticas que aquejan al sistema educativo. No hay debates profundos, no se presentan soluciones integrales, y se posterga una vez más la posibilidad de garantizar una educación pública de calidad.
En este contexto, la democracia se debilita. Porque la democracia no es solamente el acto de votar cada ciertos años; es también, y sobre todo, la participación activa y consciente de la ciudadanía en la vida pública. La falta de sesiones legislativas, la ausencia de discusión real de políticas públicas, y el uso de los recursos del Estado con fines partidarios desde hace años, son síntomas de una democracia que se distancia de su esencia: la de escuchar, deliberar y responder a una ciudadanía sufriente.
Por eso, es urgente que la ciudadanía no solo exprese su cansancio, sino que vea con ojos críticos, que participe, se organice, y haga oír su voz en las urnas y en todos los escenarios posibles. Solo una ciudadanía activa podrá sensibilizar al poder político, exigir el cumplimiento de sus deberes y recuperar una vida democrática que hoy parece suspendida entre actos de campaña y promesas de campaña.