El Papa Francisco ya descansa en la Basílica de Santa María la Mayor

En una jornada marcada por la solemnidad y el recogimiento, la Iglesia Católica despidió el viernes 25 de abril del 2025 al Papa Francisco, el primer pontífice argentino de la historia, quien fue sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, cumpliendo así con uno de sus últimos deseos.

La misa exequial fue presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, Decano del Colegio Cardenalicio, ante una multitud de más de 200.000 fieles que colmaron la Plaza de San Pedro para dar el último adiós al Papa que guió a la Iglesia durante doce años. Con palabras cargadas de fe y cariño, Re ofreció un emotivo retrato del pontífice fallecido, exaltando su humildad, cercanía y compromiso con los más pobres.

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"Estamos reunidos en oración en torno a sus restos mortales con el corazón triste, pero sostenidos por las certezas de la fe", dijo el cardenal, destacando que "la existencia humana no termina en la tumba, sino en la casa del Padre, en una vida de felicidad que no conocerá el ocaso", en referencia al mensaje de esperanza que Francisco sostuvo hasta su último aliento.

Durante la ceremonia, el cardenal bendijo el ataúd del Papa con un gesto sereno y simbólico, mientras el silencio reverente de la plaza se imponía sobre el dolor compartido. Uno de los momentos más conmovedores se vivió cuando Re recordó la última aparición pública del pontífice, durante la pasada Pascua. “A pesar de sus graves problemas de salud, quiso impartirnos la bendición desde el balcón de la Basílica, en un último abrazo al Pueblo de Dios”, evocó con emoción.

El cardenal también subrayó la coherencia y entrega del Papa hasta el final, citando al apóstol Pablo: "La felicidad está más en dar que en recibir". En ese espíritu, destacó que Francisco vivió su pontificado “como el buen pastor, amando a sus ovejas hasta dar por ellas su propia vida”. El cuerpo del Santo Padre fue trasladado y sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, un lugar profundamente significativo para él, ya que allí solía rezar antes y después de cada viaje apostólico.

Con lágrimas y oraciones, fieles de todo el mundo despidieron al Papa Francisco, cuya figura ya entra en la historia como símbolo de una Iglesia más humana, más cercana y más fiel al Evangelio.