

El Complejo Habitacional Barrio La Ribera sigue creciendo y cumplirá un nuevo año el 18 de abril del 2025. Situado al sudoeste de Villa Mercedes, esta urbanización que ya superó los 22 años de vida alberga a casi 25.000 personas y cuenta con una infraestructura que no tiene nada que envidiarle a una ciudad.
Nacida como una de las obras más ambiciosas de la política habitacional de San Luis, La Ribera fue inaugurada el 19 de abril de 2003 por el Gobierno provincial. Separada físicamente de Villa Mercedes por el río Quinto, y más recientemente también por el parque “La Pedrera”, la urbanización creció a un ritmo constante, consolidándose como un polo con vida propia. Escuelas primarias y secundarias, jardines de infantes, un hospital —el “Braulio Moyano”—, una comisaría y su propia parroquia, la de Nuestra Señora de Guadalupe, son apenas algunos de los servicios que conforman su entramado cotidiano.
A pesar de este desarrollo, los intentos por alcanzar una autonomía formal no han prosperado. Entre 2008 y 2010, varios proyectos de ley impulsados por los propios vecinos buscaron que La Ribera fuera declarada ciudad. Sin embargo, ninguna de esas iniciativas logró avanzar en la Legislatura provincial. Aun así, el ejemplo de Juana Koslay —que creció desde el paraje El Chorrillo— o el de La Punta —concebida desde su inicio como ciudad— permiten pensar que no se trata de una quimera lejana.
La urbanización también destaca por su trazado poco convencional. Lejos de las manzanas regulares y calles rectas típicas de otros sectores urbanos, La Ribera se caracteriza por tener calles curvas, doble sentido de circulación y manzanas de formas irregulares, rompiendo con la estructura tradicional de Villa Mercedes de manzanas de 80x80.
Uno de sus rasgos más distintivos esté en sus nombres: la mayoría de las calles rinden homenaje a desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar argentina, y otras recuerdan a personalidades universales como Ernesto “Che” Guevara, Ana Frank y Mahatma Gandhi.
Con una población joven y en crecimiento, La Ribera comienza a construir una idiosincrasia propia. Aunque nació como un apéndice de Villa Mercedes, su cultura, su urbanismo y su gente marcan una diferencia cada vez más clara con la ciudad madre. En ese proceso de afirmación identitaria, el gentilicio “riberense” —aunque aún no oficial— ya es usado y sentido por sus habitantes como un emblema de pertenencia.




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