El primer año de Javier Milei

Argentina avanza en reformas. ¿Servirán para el desarrollo y crecimiento del país?

ActualidadEl domingo
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Javier Milei Presidente de Argentina (Wikipedia)

Hace un año, Argentina experimentó un cambio drástico con la elección de Javier Milei en el ballotage , el líder libertario y autodenominado “León”, quien prometió desmantelar el Estado y reformar profundamente un país desgastado por años de corrupción y crisis económica. Su mandato ha generado tanto fervor como controversia, marcando un punto de inflexión en la historia del país.

Un contexto de decadencia y caos
Argentina llegó al punto de colapso después de años de empobrecimiento y de la degradación política del peronismo, que dejó un sistema de bienestar social colapsado, corrupción generalizada y una inflación récord del 230%, la más alta de América Latina. Según Milei, el Estado hiper inflado y la “casta” política corrupta eran los responsables de los males del país. Su lema: “La Libertad Avanza”, simbolizado por una motosierra, encarna su plan de recortar drásticamente el gasto público y promover la libertad comercial.
Milei redujo la inflación mensual al 2,7% tras un año en el cargo, aunque la pobreza sigue rondando el 50% de la población. Su administración ha despedido a miles de empleados públicos, pasando de 210,000 a 180,000 en un año, en un esfuerzo por equilibrar las cuentas fiscales, con ajustes salariales a los empleados públicos inferiores a la inflación y con fuertes subas en las tarifas de energía. Los jubilados argentinos están desde hace años bajo la línea de pobreza y no se avizora una solución estructural que atienda a la nueva realidad y desafíos que tienen las tendencias mundiales en ese terreno. Bajo la dirección de Federico Sturzenegger, actual ministro de Desregulación y Transformación del Estado, el gobierno ha priorizado la atracción de inversión privada, que ha comenzado a crecer lentamente.

Milei también ha enfrentado al Mercosur, criticando su falta de reformas económicas y argumentando que la integración regional ha contribuido al estancamiento de Argentina. En su discurso más reciente en una cumbre, calificó de "chamanismo económico" las políticas de sus predecesores.
Uno de los pilares de su retórica es la lucha contra lo que llama “la casta”: políticos, empresarios y periodistas que, según él, son responsables del empobrecimiento del país. Con declaraciones incendiarias como su deseo de “meter el último clavo al cajón del kirchnerismo”, Milei ha dejado claro que su política no es solo económica, sino también simbólica, dirigida a desmantelar un sistema que considera corrupto en esencia. Sin embargo, para la aprobación de las leyes que proponen ha debido recurrir a la llamada casta política que el mismo denigra. Sus insultos a la propia oposición amigable, los legisladores del PRO de Macri y a los periodistas es moneda corriente en el devenir de la vida del presidente. Sobre su política de transparencia se exhiben opacidades. Por un lado se las pregona, pero a la hora de los hechos en el congreso, no se avanza en la misma dirección.

Cristina Fernández de Kirchner, ex presidenta y figura central del kirchnerismo, ha sido uno de los blancos más frecuentes de Milei. La condena a seis años de prisión por corrupción de Fernández fue celebrada por el presidente, quien declaró en redes sociales: “Todo llega. Fin”.

El impacto de Milei no se limita a Argentina. Su estilo radical, populista y ultraderechista ha generado interés y críticas en el extranjero en una era de incorrección política y de discursos de odio. Ha establecido vínculos con movimientos conservadores como Vox en España y ha dirigido críticas feroces contra líderes internacionales, incluido el presidente español Pedro Sánchez. Su presencia mediática ha polarizado tanto a sus seguidores como a sus detractores, reforzando su imagen de figura disruptiva. 

En un país donde siete de cada diez personas dependen del Estado y la desigualdad social está profundamente arraigada, la transformación de Milei es vista tanto como una esperanza de renovación y como una apuesta peligrosa que podría intensificar los problemas existentes. Argentina, que una vez fue conocida como el “granero del mundo”, enfrenta un futuro incierto bajo la motosierra de Milei, un líder que promete construir desde las ruinas de un país desgastado. 

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