La ausencia de un banco con rostro humano

La historia del Banco Provincia de San Luis y el vacío que dejó su privatización

ActualidadEl lunes
Banco de la Provincia de San Luis, luego Banco Banex y despues Banco Supervielle

En tiempos donde los pequeños emprendedores, productores regionales y jóvenes empresarios luchan por acceder a créditos accesibles, se vuelve inevitable recordar el rol que cumplió el Banco de la Provincia de San Luis (BLP). Lejos de ser una mera institución financiera, el BLP fue durante décadas un pilar fundamental para el desarrollo económico y social de San Luis.

Fundado en 1942 como banco mixto, con participación estatal y privada, su misión era clara: impulsar la economía provincial, especialmente en sectores claves como la agricultura, la ganadería y el comercio. En 1949, durante el primer gobierno peronista, el banco fue estatizado, lo que significó una expansión sin precedentes. Con nuevas sucursales distribuidas a lo largo del territorio puntano, el BLP se convirtió en un verdadero motor del desarrollo regional.

Durante los años de esplendor, el banco no sólo financiaba proyectos productivos sino que también garantizaba el acceso al crédito a trabajadores, productores y a la administración pública provincial. Era una herramienta de inclusión financiera y un brazo ejecutor de políticas económicas destinadas al crecimiento local.

Sin embargo, el inicio de la democracia en diciembre de 1983 trajo consigo una etapa de debilitamiento institucional a cargo del peronismo provincial. Las presiones políticas del poder ejecutivo provincial y la entrega de créditos a dirigentes peronistas generaron un desgaste progresivo. Las decisiones erráticas y las políticas ineficientes terminaron minando la credibilidad y solidez del BLP.

El golpe final llegó en los años '90, en plena ola de privatizaciones impulsadas por el modelo neoliberal. En 1996, el banco fue vendido al Grupo Supervielle y pasó a operar como una sociedad anónima bajo el nombre de Banco Supervielle. Desde entonces, su lógica cambió por completo: de entidad pública con una misión social, a empresa privada enfocada en la rentabilidad.

Hoy, el Banco Nación cumple el rol de agente financiero de la provincia, pero no alcanza a cubrir el vacío que dejó el BLP. La falta de una banca estatal que comprenda las necesidades de los trabajadores y que no practique políticas usurarias, como las que sufren empleados públicos con créditos de altísimas tasas, se hace sentir con fuerza.

El edificio que albergó la sede del BLP en Villa Mercedes, conocido como el Edificio Guillet, todavía permanece en pie. Es un testimonio arquitectónico de lo que alguna vez fue un símbolo de desarrollo con equidad. Pero más allá de sus paredes, lo que quedó es un hueco en la estructura económica provincial: la ausencia de un banco que piense en el progreso de San Luis y no en su propio beneficio.

En un contexto de crisis y desafíos económicos, la discusión sobre la necesidad de recuperar una banca estatal con sentido social vuelve a cobrar vigencia. No se trata de nostalgia, sino de una urgencia concreta: la de volver a poner las finanzas al servicio del pueblo.

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